Las personas se crean y se transforman… o se destruyen

Cuando alguien me pregunta cómo evaluar la madurez del proceso de transformación digital en una compañía, sólo hago una pregunta: “¿Cuánta gente sería capaz de sacar su trabajo adelante sin utilizar ni el correo electrónico ni el Excel?”. Y ése es el mejor indicador que puede darnos una idea del grado de digitalización de la misma, y que conste que soy usuario de ambas herramientas.

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Recientemente, contactó conmigo una empresa de selección porque estaban buscando “un perfil en el que encajas perfectamente”. Al preguntarle cómo me habían localizado, me contestó que en Infojobs. Le dije que lo sentía mucho, y que me llamara en unos años cuando se hubiera inventado la máquina del tiempo para conseguir volver al año 2002, ya que -probablemente- haya sido la última vez que actualicé mi perfil en dicha página. Me dijo que no pasaba nada, que aun así les interesaba mi perfil, algo que me sonó un poco raro pues mis competencias en 14 años han cambiado “un poco” (unas para mejor, otras para peor). En cualquier caso, le dije que podía consultar mi perfil en LinkedIn y me contestó: “¿Por qué no me lo envías en formato Word?”.

He de reconocer que podría haber sido peor si me lo pide en WordPerfect 5.1 (habría tenido que desempolvar una disquetera, arrancar un Amstrad 64…), pero simplemente esta forma de acercarse a mí me hizo estar poco predispuesto a escuchar cualquier oferta que pudiera hacerme, por muy tentadora que fuera.

Extracto del artículo publicado en la revista de AUSAPE de diciembre de 2016.

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