Las cosas fallan, ¿y qué?

La semana pasada participaba en un webinar como ponente y para el mismo tenía que utilizar la plataforma del cliente, que es una de las múltiples que hay, da igual cuál. Todas pueden fallar.

El caso es que antes de empezar mi explicación, pedí la colaboración de los asistentes, con el objeto de hacerlo algo más interactivo. Les lancé un par de preguntas y después podían ir registrando en la misma las que les surgieran, a lo largo de mi exposición, para responderlas al final.

Además, cada uno podía ver lo que preguntaban otros y votar si le parecía interesante, para después ir seleccionando las más votadas.

Todo bien, la gente participó, yo fui explicando el objeto del webinar y al terminar, fui a recuperar las preguntas que habían ido surgiendo para dar respuesta a las mismas y… ¡llevaba 20 minutos hablando solo!

Ese es uno de los problemas de no pedir feedback constante… en el caso de que algo falle no te enteras hasta el final. Algo que os aseguro que no me volverá a pasar.

¿Por qué me di cuenta entonces? Pues porque al revisar las preguntas que me habían ido dejando, después de responder algunas, llegué a varias de este tipo:

Y, perspicaz que es uno, deduje que algo había pasado.

El caso es que unos oían, otros no, otros ni veían ni oían… y yo ahí, soltando mi chapa… 😉

Total, que me dijeron que pidiera disculpas por los errores y siguiera, para ver si por lo menos se estaba grabando bien (¿qué creéis?) y así hice.

Al terminar, me dijeron que tenían que revisar la grabación al día siguiente, que ya verían si hacer otra convocatoria, que tenían que ver si había sido problema de la plataforma…

Sea como fuera, para mí eran «problemas del directo». Como decía al principio, da igual la plataforma que fuera, todas pueden fallar en un momento dado; lo importante es reaccionar ante un error.

En mi caso, lo que hice fue grabar en vídeo lo mismo que había contado en esos 20 minutos de exposición y responder a las 3-4 preguntas que habían formulado antes de que empezaran los problemas.

De esa forma, se podía compensar de alguna manera, a expensas de que se repita la sesión, el tiempo que los asistentes se habían reservado para asistir a esa charla.

Se perdía la interacción, pero el contenido lo tenían 30 minutos más tarde en su mail.

 Y es que ese es uno de los grandes errores que cometemos en los múltiples webinars a los que asistimos o perpetramos: no hacer partícipes a los asistentes de una manera más activa.

Ya escribí otro artículo al respecto hace unos meses…

Webinars y eventos online ¿son la solución?

…artículo en el que demostré mi dotes de profeta: «Si empezamos con problemas técnicos… puedes que termines hablando solo» 😉

Cierto es que hay veces que te ves un poco encajonado por el formato, el tiempo, etc… pero creo que siempre hay cosas que se pueden utilizar para fomentar esa participación.

Aún así, la tecnología puede fallar… no pasa nada: se admite, se piden disculpas y se busca una solución.

¿O ahora me vais a decir que nadie se ve reflejado en el siguiente vídeo?

Un comentario sobre “Las cosas fallan, ¿y qué?

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.