Los que me seguís, ya sabéis que la semana pasada asistí a varios eventos online, como probablemente algunos de vosotros habéis hecho a lo largo de estos meses.
También durante esa semana asistí a 3 webinars, algo que seguramente también habréis hecho últimamente, con más frecuencia de lo habitual.
Entre tanto sarao, os preguntaréis que cuándo trabajo, pero es que eso también es trabajo. Todos eran eventos relacionados con mi actividad profesional, en mayor o menor medida.
Sobre los eventos, tengo claro que el pasar del formato presencial al formato online no es algo automático y que acarrea una serie de complicaciones que son difíciles de controlar pero… ¡aquí hemos venido a jugar!
Y aunque es cierto que las sensaciones no son las mismas, también lo es que un evento online puede ser una gran experiencia, como nos cuenta mi amiga Elena Molina en este artículo: La tecnología te desconfina
Evidentemente, ese tipo de plataforma no se puede utilizar para eventos con miles de asistentes, pero es que quizás habría que plantearse qué buscamos a la hora de realizar un evento: ¿cantidad o calidad?
Probablemente, lo que buscamos siempre, ya sea un evento presencial u online es dejar una buena sensación en los asistentes y bajo esa premisa debería organizarse todo.
El tema de los webinars es algo que ya hacía en la “antigua normalidad”, por lo que no me resulta extraño y es algo con lo que me siento cómodo y que suelo practicar con frecuencia.
Además, después de una primera etapa “no realista” en la que me apuntaba a cosas a las que luego no tenía claro si iba a poder asistir, desde hace un tiempo intento ser más selectivo.
Por cierto, que siempre que tengo claro que no voy a poder asistir, aviso con antelación a los organizadores. Algo que sé que no es habitual, pero que no cuesta nada.
Lo cierto es que en los últimos meses vivimos un auténtico bombardeo de webinars. Ha habido gente que ha descubierto, forzada por el confinamiento, la “magia del online” y han empezado a lanzar convocatorias a diestro y siniestro.
Y el formato suele ser siempre el mismo: te suelto mi chapa durante 30-40 minutos y luego te dejo 5-10 minutos para que preguntes, si da tiempo porque realmente lo importante es lo mío… ¿realmente eso es eficaz?
Creo que Juan Luis Ruiz Castellano lo refleja a la perfección en este artículo: Webinars en la era COVID19: Reflexiones de un sufrido asistente virtual
Como apunta Juan Luis en el artículo, el formato ofrece muchas posibilidades, pero hay que darle una vuelta, hay que fomentar el diálogo y la participación, pero con sentido común siempre, por favor.
Que he estado en algún webinar que en ese afán de fomentar la participación se ha dejado en abierto el micrófono de los 80 asistentes, con el consiguiente desbarajuste.
Aquí os dejo una publicación de Raúl Hernández González donde nos da algunas pistas sobre ¿Cómo hablar en un webinar?
Y si todo esto lo aplicamos a los webinars y lo proyectamos a los eventos online de mayor calado, estoy seguro de que el grado de satisfacción será mucho mayor.
Como bien comenta Juan Luis, una de las desventajas (para los organizadores, ventaja para los asistentes) que tiene el formato online es que no te tienen atrapado y puedes huir en cualquier momento.
Ese es uno de los mayores retos, conseguir hacer algo lo suficientemente atractivo para despertar el interés del asistente y mantenerlo hasta el final del mismo.
Si empezamos con problemas técnicos, entornos demasiado farragosos o charlas totalmente vacías de contenido, es poco probable que obtengas el resultado deseado y puedes que termines hablando solo.
No olvidemos que el mensaje de “al final del evento tendremos un catering donde podremos intercambiar impresiones”, en el online no funciona… aunque tampoco estaría de más que se le enviara una bandejita de canapés a cada asistente, con el objetivo de mejorar la experiencia del usuario… 😉
Gracias por la mención!
Creo que no es una situación muy distinta a los “seminarios presenciales”. También antes se hacían seminarios presenciales HORRIBLES, de chapa inmensa, cero participación, cero facilitación del networking, etc, etc…
En fotografía se usa mucho el dicho “no es la cámara, es el camarero”. Aquí es lo mismo. No es el canal lo relevante, si no el foco y el cariño con el que se haga. Y hay gente que ni en online ni en presencial 😀
Gracias a ti, por aportar siempre tu visión, con la que suelo coincidir 😉
Tienes razón en lo de los presenciales, aunque en esos eres un poco más “cautivo”, en los online huyes a golpe de clic.
Sin duda la clave está en tener claro a quién va dirigido y ser respetuoso con el tiempo que te están dedicando.
Si el foco lo pones en ti y/o en tu producto, mal vamos…