Hace un par de meses escribí un artículo en el que relacionaba los percebes con la innovación, donde podíamos ver como relacionando ciertos conceptos, aparentemente sin ningún tipo de conexión, podía aparecer un concepto nuevo e innovador: Nissan, los percebes y la innovación
Conectar cosas es una gran forma de innovar. Por supuesto, también es posible inventar algo totalmente nuevo, de cero, pero eso lo veo más difícil y no al alcance de cualquiera… mejor conectar algo que ya existe… o copiarlo directamente… ¿Copiarlo? Sí, pero dándole “una vuelta de tuerca”.
Por ejemplo, si pensamos en el mundo de las golosinas una forma de innovar podría ser crear nuevas golosinas, con sabores/colores distintos… igual que existe el melón, el plátano y la sandía, podríamos crear la coliflor, la lechuga o el repollo, para que nos fuera más sencillo eso de tomar 5 piezas de fruta/verdura al día… 😉
Hablemos en serio, con independencia de los “no beneficios” que pueden tener sobre nuestra salud este tipo de productos, desde hace unos años han aparecido en el mercado ciertas marcas de las denominadas “golosinas gourmets”: Oomuombo y Papabubble pueden ser dos ejemplos de esto, en los que se utiliza materia primera de calidad para elaborar sus productos.
Como esas, hay otras marcas, en las que añadiéndole un empaquetado original y algún que otro detalle, se saca adelante un “nuevo” negocio, pero… a veces la cosa no se queda ahí y con una “pequeña variación”, se te abre un mercado de millones de consumidores que nadie había pensado en explotar: los países musulmanes.
Me explico: resulta que la mayoría de las golosinas se elaboran con gelatina de cerdo, así que si alguien cae en eso y decide hacer una ligera variación en la fórmula… ¡bingo!
Y, de repente, Wonkandy, una empresa sevillana que se fundó en 2010 con poco más de 100.000 € y que pasó ciertas inquietudes en los primeros años, se encuentra facturando más de 1,2 millones y distribuyendo cerca de 200 toneladas de caramelos por todo el mundo.
Aquí podéis leer el caso: Caramelos para el público musulmán
Y ahora es cuando viene lo de “¡qué buena idea!”, “¿por qué no se me habrá ocurrido a mí?” y demás… pero en lugar de lamentarte, mira, observa y prueba cosas… hay miles de oportunidades que están ahí, para el que sepa verlas y, por supuesto, se arriesgue a llevarlas a cabo: lo que no se hace, no existe.
Yo, por ejemplo, tengo claro un nuevo negocio: abrir una cadena de clínicas dentales en los países musulmanes… 😉