Un día cualquiera, en una pescadería cualquiera…
– Hola, buenas tardes, quería 3 kilos de angulas.
– Muy bien señor, enseguida.
– Una cosilla: mi presupuesto son 50 €…
– Perdone, creo que hay una confusión… querrá decir usted gulas, no angulas…
– No, no, quiero angulas, que estén frescas, por favor.
– Lo siento, pero a ese precio no se las puedo vender…
El cliente abandona el local protestando, ante “las pocas ganas de hacer negocios que tiene la gente, así va el país” y detrás de él sale el carnicero, que se encontraba haciendo la compra en la pescadería y le ofrece la posibilidad de obtener sus 3 kilos de angulas a 50 €.
¿Quién sale ganando? Todos.
El pescadero que le vende sus 3 kilos de gulas al carnicero a 30 €.
El hijo del carnicero, que se lleva 5 € por “pintarle ojitos a esos bichitos”.
El carnicero que se lleva 15 € por la gestión y además puede que le coloque un solomillo de “primerísima calidad” al cliente.
El cliente que consigue un producto de “calidad” a un precio razonable.
Moraleja: estoy pensando en cerrar la pescadería. Soy un besugo 😉
Real como la vida misma.